Estamos en Castro. Polita y yo.
Hemos venido porque este fin de semana tenemos exámenes en Bilbao. He empezado esta mañana con Análisis de Contenidos y a pesar de que es un truño de cuidado y que la he estado leyendo casi de reojo porque me he negado a estudiar semejante pesadez, creo que no volveré a verla más.
Hasta la tarde no tengo el siguiente. Mientras tanto repaso aquí porque no han habilitado sala de estudio para los desarrapados que no somos de la Capital del Mundo.
Polita, fiel a sus costumbres, ha calentado agua según hemos atravesado el umbral de su casa. Ha habilitado dos tazas y ha preparado sendos tés verdes senchas con cúrcuma, limón y pimienta negra. Las ha traído a la habitación y las ha dejado sobre dos papeles de cocina en la mesita de noche para ir intercalando sorbitos con estudio.
Mi taza se cala. Me ha encasquetado la rota. Cuando he ido a cogerla, el papel estaba sobre saturado de líquido y me he puesto como un cristo.
Para colmo, después de beber lo que había quedado, me ha entrado un calor y un picor de garganta que ríete tú de la gripe de este año.
- ¿No notas como un picorcillo en la lengua?
- ¡¡¡Aggggggggggghhhh, Síííí!!!!!
- Es que creo. Que se me ha ido la mano con la pimienta porque el bote tenía los agujeros grandes y me he dado cuenta cuando ya lo había volcado 2 ó 3 veces...
Lo que no nos mata,nos hará más fuerte. Salvo a mi flora estomacal, que me la tiene diezmada del todo.
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