Y puede que tenga razón, pero para mi fue evocadora.
A veces me da por recordar las tardes de lluvia en el pueblo, cuando éramos pequeños y notábamos como la humedad se iba colando por todos sitios hasta sentirlo a través de las rebecas de punto. El viento nos quemaba la piel y aparecíamos con la nariz roja en la casa buscando la camilla y evitando (en mi caso) el olor de la leche caliente de la merienda.
Luego nos levantábamos y mirábamos al patio. Se oía el repiqueteo de las gotas de agua chocando contra las grandes y verdes hojas de aspidistras que se doblaban y volvían a su posición como si fueran muelles naturales. Y según como nos diera, nos íbamos al zaguán para ver cómo iba la calle de agua (agua transparente que corría hacia las alcantarillas por los bordes bajos de las aceras).
Sonrío porque me parece ver a la vecina de enfrente asomada también, con los brazos cruzados encogida por el frío y diciendo "ay que ver como llueve ¿eh? me voy para dentro que aquí es mejor no estar"
Después subíamos a las cámaras y nos poníamos a estudiar si es que no nos embobaba el hombre que salía corriendo del bar hacia su casa, o la amiga que llamaba a la puerta porque se había enterado que ya habíamos llegado.
Son momentos que se quedan grabados (como tantos otros) y que aparecen cuando menos lo esperas motivados simplemente por una bonita canción.
Si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
2 comentarios:
Una vez más la magia de la música...que nos traslada donde quiere...Un olor, una frase, una sensación, un.."esto ya lo he vivido antes"...
A mí me pasó recientemente (ahora preparaos porque viene batallita del abuelo cebolleta). Pues bien, me dió mi madre a probar un postre, no sé si de Noruega..., hecho a base de chocolate y queso. Pues yo que a los 3 años me dí un atracón de almejas (con esto quiero decir que no soy nada maniática con la comida), corrí a la basura y escupí el postre. Y direis ¿Por qué nos cuenta este rollo?. Todo venía a que el sabor me es sumamente familiar y me recordó a algo que comía de mi infancia y que aún no consigo recordar...
Para los que os haya "apasionado" esta historia estad tranquilos que no tengo en mente abrir ningún blog por el momento.
Buen lunes!!!
Es verdad que almeja suena a chirla, y es verdad que chirla es una de las palabras favoritas de Little Britain. Lo que no consigo es conectar a las chirlas con el pastel de queso noruego.
Aunque ahora que lo pienso, así todo junto en rebujina, me dan unas ganas de vomitar...
¿cómo pudiste, querida mía, comer almejas con tres añitos? Está claro que no se cambia jajaja, acuérdate de las pasas con ron...
Publicar un comentario