Corría el sábado 8 de Diciembre de 2012 cuando exactamente a las 16:32:59 decidimos comprar en la Looses cook shop de Norwich una Globe Teapot roja con capacidad para diez tazas.
Precioso diseño de David Birch que nos encandiló desde el preciso instante en que Little Britain nos sirvió el té en su ya no mesa de su ya no cocina.
Como era grande y el domingo íbamos cargados con maletas hacia Stansted, Little Britain se ofreció para traérnosla a Burgos unos días más tarde. Ya se sabe, El Almendro no deja indiferente a ningún españolito de a pie.
Han tenido que pasar trece fatídicos meses para que pudiéramos tenerla en casa con nosotras, y hoy, con exactamente tres días de uso, después de fregarla, a Polita se le ha caído la tapadera y se ha hecho añicos.
Lo peor no ha sido el pellizco de rabia. Lo peor ha sido verla llorar desconsolada de la pena tan grande y del disgusto que se ha llevado por lo contenta que estaba ella con su preciosa tetera.
Para colmo se ha cortado en dos dedos y no paraba de sangrar.
La cúrcuma es lo que tiene, que licúa la sangre...
Pobrecita mia.
miércoles, 22 de enero de 2014
martes, 14 de enero de 2014
Chakras
SIETE.
El número de la suerte para mucha gente, pero el número que últimamente me trae de cabeza.
Yo vivo, de color rojo vivo.
Yo siento, de color naranja brillante y girando alegre.
Yo determino, de color amarillo pollo. Medio atascado por un palitroque.
Yo amo, pero no de color rojo como el primero y como cabría esperar, sino verde verde verde, como el traje de flamenca de la difunta.
Yo digo, de azul cielo. Con sequedad y con dolor pero hoy sin lágrimas.
Yo veo, con perspectiva y más allá de lo físico y palpable. Color azul índigo. Qué bonitas son las palabras esdrújulas.
YO SOY. Soy de color violeta. Soy hasta mis límites pero también la de experiencias pasadas. Soy lo que se ve, pero también lo que se intuye y lo que aún ni siquiera conozco.
Soy la que está aquí y ahora pero también lo que estuvo en otros mundos y en otros planos.
Conectada a mi conciencia y teniendo en cuenta al alma, ese mi arma andaluz que algunos andaluces detestan y que a mi siempre me llegó a través de imágenes de prados verdes con cielos claros y nubes de algodón.
Y me enraizo, y recojo mi campo energético lleno de colores y atravesado por el centro por un tubo enorme de metacrilato que emite la luz más cegadora y atrayente que jamás había visto.
Destellos y más destellos.
Alegría, serenidad, entumecimiento y suspiros exhalados hasta el final.
El número de la suerte para mucha gente, pero el número que últimamente me trae de cabeza.
Yo vivo, de color rojo vivo.
Yo siento, de color naranja brillante y girando alegre.
Yo determino, de color amarillo pollo. Medio atascado por un palitroque.
Yo amo, pero no de color rojo como el primero y como cabría esperar, sino verde verde verde, como el traje de flamenca de la difunta.
Yo digo, de azul cielo. Con sequedad y con dolor pero hoy sin lágrimas.
Yo veo, con perspectiva y más allá de lo físico y palpable. Color azul índigo. Qué bonitas son las palabras esdrújulas.
YO SOY. Soy de color violeta. Soy hasta mis límites pero también la de experiencias pasadas. Soy lo que se ve, pero también lo que se intuye y lo que aún ni siquiera conozco.
Soy la que está aquí y ahora pero también lo que estuvo en otros mundos y en otros planos.
Conectada a mi conciencia y teniendo en cuenta al alma, ese mi arma andaluz que algunos andaluces detestan y que a mi siempre me llegó a través de imágenes de prados verdes con cielos claros y nubes de algodón.
Y me enraizo, y recojo mi campo energético lleno de colores y atravesado por el centro por un tubo enorme de metacrilato que emite la luz más cegadora y atrayente que jamás había visto.
Destellos y más destellos.
Alegría, serenidad, entumecimiento y suspiros exhalados hasta el final.
viernes, 10 de enero de 2014
¿Tanto hace?
Tres años desde la última entrada y nada ha cambiado respecto a la misma. Sigo sin superarlo, con el mismo sentimiento de pena y con los mismos muchísimos recuerdos de ella todos los días.
Es una herida del alma, una más que parece no cerrarse nunca.
Un alma que empiezo a cuidar más de lo que lo había hecho hasta ahora. Aprendiendo técnicas y contando con detalles que se me habían ido pasando por alto con el paso de los años.
Muchas metas por cumplir, muchos deseos de por medio y también muchos momentos de felicidad vividos.
Además hay nuevas personas que se acercan a nuestras vidas. Ahora empiezan a asomarse y les gusta lo que ven. Nos sentimos queridas, apoyadas e incluso admiradas.
Las personas antiguas empiezan a volar. Él tuvo una preciosa niña hace hoy catorce meses, y han decidido mudarse a las antípodas con una tesis doctoral bajo el brazo. Ojalá encuentre allí todo lo que busca, sea feliz y venga a vernos todo lo que pueda.
Ella comienza a compartir su nido con su él desconocido para todos salvo para su entorno cercano. Ya no somos su entorno cercano. Cada vez está más lejos. Cada vez sirven de menos los toques de atención, pero supongo que es ley de vida.
Las personas llegan para compartir parte del trayecto en tu asiento, pero poco a poco van encontrando su estación de llegada y terminan recogiendo sus maletas y apeándose sin apenas despedirse.
Quizá volvamos a coincidir en algún momento del espacio-tiempo que compartimos en esta existencia, o quizá no seamos más que líneas en ángulo que ya han empezado a separarse inevitablemente. De todas formas siempre tengo en mi mente aquellos días en que coincidáimos en el mismo punto y jamás olvidaré todo lo que me ayudó cuando peor estaba.
Tenemos también una precioso ser que vino a casa hace casi dos años y que nos enseña tanto sobre el amor incondicional...
Es una herida del alma, una más que parece no cerrarse nunca.
Un alma que empiezo a cuidar más de lo que lo había hecho hasta ahora. Aprendiendo técnicas y contando con detalles que se me habían ido pasando por alto con el paso de los años.
Muchas metas por cumplir, muchos deseos de por medio y también muchos momentos de felicidad vividos.
Además hay nuevas personas que se acercan a nuestras vidas. Ahora empiezan a asomarse y les gusta lo que ven. Nos sentimos queridas, apoyadas e incluso admiradas.
Las personas antiguas empiezan a volar. Él tuvo una preciosa niña hace hoy catorce meses, y han decidido mudarse a las antípodas con una tesis doctoral bajo el brazo. Ojalá encuentre allí todo lo que busca, sea feliz y venga a vernos todo lo que pueda.
Ella comienza a compartir su nido con su él desconocido para todos salvo para su entorno cercano. Ya no somos su entorno cercano. Cada vez está más lejos. Cada vez sirven de menos los toques de atención, pero supongo que es ley de vida.
Las personas llegan para compartir parte del trayecto en tu asiento, pero poco a poco van encontrando su estación de llegada y terminan recogiendo sus maletas y apeándose sin apenas despedirse.
Quizá volvamos a coincidir en algún momento del espacio-tiempo que compartimos en esta existencia, o quizá no seamos más que líneas en ángulo que ya han empezado a separarse inevitablemente. De todas formas siempre tengo en mi mente aquellos días en que coincidáimos en el mismo punto y jamás olvidaré todo lo que me ayudó cuando peor estaba.
Tenemos también una precioso ser que vino a casa hace casi dos años y que nos enseña tanto sobre el amor incondicional...
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